La presentación de los platos es elegante, pero es una propuesta básica en cuanto a sabores y originalidad. Probé el cochinillo y estaba un poco salado, el puré de yuca (muestra gratis) estaba ok, pero desabrido y no acompaña al cochinillo. Los langostinos con curry y leche de coco, ricos pero nada especiales, sabores que encuentras en muchos restaurantes de Panamá por 1/3 del precio. El menú está adornado con relatos y buena presentación, pero realmente intenta ser más de lo que es. No volvería a este lugar.
Platos recomendados
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Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
La atención fue excelente, el lugar es muy agradable y la comida estuvo bien pero un poco alto en sal el pescado en arcilla y los langostinos.
El ambiente del hotel es demasiado precioso, se siente una gran bienvenida cuando llegas. consultar sobre el tema del valet parking (algo costoso) En temas de la terraza, me pareció agradable y cálida, la mezcla entre naturaleza y la vista al mar es exquisita. En el tema de la comida, la comida del mar, tiene un sabor exquisito, y muy bien preparada, las guarniciones son excepcionales. La iluminación es tenue y bastante íntima pero a la vez, una gran lugar para disfrutar un rato agradable con familia y amigos. El postre cacao, fue toda una experiencia, y los sabores te hacen volar. Recomiendo 10/10
Se destaca la atención del personal. Amables y despiertan el interés por la comida y por sus preparaciones. Sería recomendable, que dieran más espacio entre los tiempos del servicio, de manera que se pueda degustar la comida. Los langostinos están a otro nivel. Deliciosos
Fui a la cena de navidad con mi familia. El sitio es muy bonito, acogedor y bien decorado. Tiene un estilo antiguo con mucha madera, algo oscuro. En cuanto al servicio, el personal es muy amable. Como es un hotel, el lugar es consistente con su atención. Pese a esto, pueden mejorar su velocidad. Como era una cena navideña, los platos eran servidos con un intervalo de tiempo entre cada uno; lo que funcionó bien hasta el tercer plato, donde tuvimos que esperar cuarenta minutos para que llegara el cuarto. Le comentamos esto al gerente del restaurante quien nos explicó que su intención era servir una cena calmada con tiempo para conversar. La verdad es que esta explicación se cae cuando hay más de veinte minutos entre cada plato. Al final estuvimos sentados un total de tres horas, más de lo que habíamos anticipado, y como resultado nos quedamos sin temas para conversar. La comida es buena, pero no excepcional. Nos contó el gerente que el chef viajó por Panamá encontrando sabores para integrar en sus platos, lo que es una linda historia. Me hubiese gustado que esa historia se hubiese manifestado mejor en algunos platos, como los botones de langostinos, que dejaron mucho que desear. Por otro lado, la flor de calabaza me gustó bastante. En general, el hotel lo es todo. Podrían mejorar la comida.
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