Si hay un lugar donde la buena comida se une con la perfecta atmósfera para compartir, ese es Francis Rasenna. Desde el momento en que entras, el ambiente invita a la conversación, permitiendo disfrutar de cada plato sin interrupciones. La experiencia comienza con un gesto encantador: la Focaccia de la casa, un detalle que marca el tono de la calidad y hospitalidad del lugar. Luego, las entradas—los Arancini, Polpette y Gamberi Infernali—simplemente dejaron el listón muy alto. Sabores profundos, texturas perfectamente ejecutadas y un toque que los hace memorables. Para compartir, los platos principales son una celebración de la auténtica cocina italiana casera. El Bucatini, Gricia, el Risotto de Osobuco y la Tagliata di Manzo son una muestra del talento de la cocina del restaurante, donde cada bocado resalta la tradición y el cuidado por los ingredientes. El servicio, como siempre, está por encima de lo esperado, manteniendo la experiencia sin fallas y añadiendo ese toque especial de atención que hace que cada visita sea única. Francis Rasenna no solo ofrece la mejor pasta y comida italiana casera, sino que también se convierte en un espacio donde cada cena se transforma en un momento inolvidable.
Sobre el restaurante



SERVICIOS
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Reseñas
(88 reseñas)Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + Plato principal + Bebida SIN ALCOHOL
La experiencia en Francis Rassenna fue excepcional. En grupo de cinco, probamos arancini, insalata caprese, polpette, tagliatelle al manzo y gamberi. Todos los platos destacaron por su equilibrio: las pastas al dente, los sabores intensos pero armoniosos, y la técnica impecable, fiel a los principios de la cocina italiana. Los ingredientes frescos fueron protagonistas: tomates madurados al sol, mozzarella de búfala cremosa, carnes de lenta cocción y hierbas aromáticas recién cosechadas. La pasta fresca, elaborada a mano con harina de trigo de calidad y huevos locales, rivaliza con las mejores de Panamá,. El ambiente, con luces tenues y decoración que combina modernidad y detalles rústicos, complementa una propuesta gastronómica que respeta el terroir italiano.
Restaurante discreto, acogedor, pequeño, sobrio, con iluminación baja que invita a un momento relajado e íntimo. Había escuchado y leído comentarios contradictorios, por lo que decidí hacer mi experiencia. Hay un servicio de Valet Parking, que realmente no se necesita si el lugar no está concurrido. La atención es buena, las pastas al dente y son hechas en casa. Los platos con buen sabor. Hay una amplia carta de vinos, no ocurre lo mismo con los cocteles y otras bebidas. Menú de postres es pequeño, escogí el tiramisú y es una gran porción (es para compartir).
Tenía altas expectativas sobre este restaurante, pero fue una desilusión. Ambiente: Muy lindo, se ve romántico y está en una buena ubicación. Atención: Bastante buena. Comida: Fue fatal, especialmente para un restaurante que promete tanto. Entradas: Pedimos las polpette pomodorini e pecorino. La salsa estaba rica, pero las albóndigas eran muy simples, sin sabor destacable. Cortesía: Nos trajeron una berenjena con focaccia. La berenjena estaba simple y la focaccia no estaba muy rica. Platos fuertes: Yo pedí unos bucatini all’amatriciana. La pasta estaba dura, no estaba al dente, sino cruda, y la salsa estaba demasiado salada. Mi novio pidió un pappardelle di manzo. La pasta estaba pegada entre sí y los trozos de carne eran simples, sin sabor. En total, la cuenta salió en 70 dólares con propina. Honestamente, mejor hubiéramos hecho pasta en casa. Nos fue tan mal que ni siquiera quisimos pedir postre. No volvería.
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