Hicieron magia con el antiguo espacio del restaurante de las Américas y lo conviertieron en una pequeña pero simpática "trattoria/vinoteca" moderna y acogedora, con un servicio impecable y la atención personalizada del chef Rafael Ciniglio. Muy acertada transformación. Además me gustó que aún con el cambio le dieron ese toque familiar que buscar preservar las tradiciones de los Ciniglio, dejando en su carta o entre los especiales algunos platos de antaño. Visité el restaurante en dos ocasiones, una al almuerzo y otra vez en la cena, en ambas ocasiones el lugar estuvo repleto. Entre las entradas, una cazuela de quesos fundidos (provolone de varios orígenes), almejas en una rica salsa de ajo y vino, bruschettas. El risotto de mariscos está delicioso, el filete a la parmesana, entre otros. Cada plato en el menú viene con la sugerencia del maridaje, y como buen experto en vinos que es el chef Ciniglio ofrecen una excelente cantidad y calidad de vinos por copa, o por "cuartillos", que te traen servido en unas jarritas pequeñas a precios muy accesibles. El "comeback" del chef Ciniglio, bien acertado, felicidades!
