Ordenamos cuatro platos, de los cuales, sólo uno realmente gustó en la mesa. Los shu mai, dumplings con carne de cerdo y vegetales, son hechos con una masa con sabor fuerte a consomé, que anula el gusto de los dumplings bien preparados, donde el relleno es el que aporta el sabor predominante. La sopa de curry, con leche de coco, pollo, vegetales y fideos, exquisita, con una buena incorporación de todos los ingredientes, poco picante. Los rollos tsugoi, bañados con una salsa demasiado crujiente y dulce para la suavidad que implica preparar y acompañar un verdadero plato de sushi. Por último, el pollo en salsa de maní, muy pobre en sabor, se sentían más los champiñones hervidos, que la fuerza que otorga el gusto del maní en muchos platos tailandeses. El lugar es un gran salón con mesas y sillas dispuestas a lo ancho y a lo largo, al cual se le podrían incorporar divisiones o detalles, que lograran crear un ambiente más agradable. El servicio, atento todo el tiempo, pendiente de atender las necesidades de los clientes.
