Estaba hace buen tiempo con ganas de ir a este restaurante que te remonta como a los diners café de los años 50 (creo yo que esa es la época). Siempre se llena y uno llega sin reserva, así que si está lleno toca esperar un rato. Fui con una amiga y la espera valió la pena. Los vestidos de las mesaras bien chéveres, a las chicas solo les faltaban los patines y atender a los clientes hasta sus autos en los estacionamientos. La decoración y detalles del local bien originales. Tienen una anfitriona bien chispa y atenta del orden de llegada de las personas. La música de fondo me encanta y eso que no soy de esos tiempos XD Lo único que me sentí un poco apiñada en mi mesa, hubiera preferido comer en la barra. Por lo demás bastante bien. Ordené una malteada y una hamburguesa, pero en vez de acompañarla con papas fritas, lo pedí con puré que lo sentí bueno. Igual logré probar las papas fritas de mi amiga y estaban ricas, como con sabor a ajo. La idea era pedir un postre al final, pero ya estábamos llenísimas. Otro día iré a probar los desayunos, pues tienen pinta que me van a gustar mucho más. Atención OK, sugiero más sonrisas. Ambiente OK, algo chico. Además que afuera hace un calor bárbaro a la hora que sea mientras espera y al entrar está super frío que parece un congelador, siento que porque el techo es bastante bajo, pero está bien, toca llevar abrigo o bufanda para las que sufrimos de frío.
