He sido cliente por muchos años. El jueves 10 de julio, no estaban los meseros que siempre atienden: Mariscal ni Yolanis. Mi padre pide unos huevos con jamón y vegetales. Le traen el pedido solo con vegetales. Al reclamar que traigan una orden de jamón el mesero de manera grosera dice “NO LO VOY A HACER”. Para variar, entregó la cuenta ANTES de traer el pedido ERRADO y SIN descuento de jubilado. Dejó la comida en la mesa, pagó y se fue. Como tienen tantos clientes no les importa perder uno. No saben tratar clientes.

Pésimo servicio: 5 empleados para atender en la barra, no había ni fila de clientes por pedir. Demoraron más de 30 minutos en preparar una arepa con pollo. Para variar entregan el pedido y se les olvidó hacer el smoothie que había ordenado. Llegaron dos personas después de mi y les sirvieron antes incluso. Que manera de perder un cliente frecuente.

Fui a finales de marzo: la atención y comida: espectacular. Regresé 12 de abril: la calidad de atención bajó: los meseros despistados, les repetí tres veces un pedido a la mesa, ya empezaron a no tener platos del menú disponibles, el tamaño del tiramisú lo redujeron, el sabor de toda la comida había decaído y hasta terminamos con problemas gastrointestinales. No sé que tanto influya la presencia de los dueños en marzo vs su ausencia ayer pero el personal mucho más relajado y despistado. Que lástima que la calidad haya bajado en tan poco tiempo.

Que ironía: un restaurante italiano sin spaghetti, sin pecorino, sin cacio e pepe, sin ravioli con ricotta y espinaca. Menú limitado, sin disponibilidad y además, se equivocan en el pedido cuando lo sirven. Había venido en septiembre de 2024 y fue una maravilla, lástima que han decaído tanto. No dan ganas de regresar.

Por muy buena que sea la comida y atención de los meseros, un trato desagradable e intento de atropello por parte del valet parking, sin nisiquiera pedir disculpas, hacen que un “buen” restaurante sea un desagrado y pésima experiencia. No lo recomiendo y menos si pone en riesgo la vida de los comensales. La terraza, para variar, llena de bichos y mosquitos- recibí múltiples picadas mientras intentaba disfrutar mi velada.

Fuimos a desayunar y pedimos unas tostadas francesas y la mesera nos menciona que no tiene el pan que usualmente usan pero que tienen uno más chico: la relación cantidad/calidad y precio fue muy elevada y absurda. También pedimos una tostada de hummus-cappelini y no fue nada del otro mundo. Dos americanos que estaban espantosos y encima no tienen opciones de azúcar mas que azúcar de coco y gotas de stevia. Además de que es un problema estacionarse y salir, es un lugar que no volvería a visitar.

Tercera y última vez que voy: recibí una decepción total. Las primeras dos veces, todo espectacular: la atención, café y comida. Hoy, quedé totalmente decepcionada y sin ganas de regresar. Pedí el mismo omelette fancy que las últimas dos visitas y que, se “supone” que tiene hongos y su valor es de $11: el olor apenas lo sirvieron era nauseabundo, textura arenosa y sin un solo hongo. No solo salí con ganas de vomitar, si no que no regreso más. Clásico restaurante que empieza bien y luego bajan la calidad.

La atención es fuera de serie, muy atenta y siempre dan recomendaciones fuera del menú que están increíbles! La comida es deliciosa, recién hecha, los ingredientes se sienten súper frescos y nunca me han defraudado (he ido más de 10 veces aproximadamente). Los yakitoris: bolita de pollo, costilla de cerdo, encuentro con cebollina- todos fuera de serie; el kimchi es el mejor que he probado en el país, las especialidades como las gyozas, el buta no kakuni, kushikatsu y los sasami nuggets son espectaculares. Siempre es grato volver al restaurante.

Redujeron el espacio dentro del restaurante para hacer dos áreas de reservado lo cual hace un ambiente incómodo a los comensales del área principal; además, para ser las 6pm, las luces estaban sumamente bajas (y las bajaron aún más- no fue de nuestro agrado). De entrada, pedimos unas almejas arrabiata que estaban regular- nada del otro mundo y sin picante para ser “arrabiata”. De plato fuerte, en sus redes sociales colocaron que tenían Gnocchis a la Sorrentina: primero me dicen que el chef no lo podía hacer/ no había disponibilidad pero sí había a la vodka (tomando en cuenta que Sorrentina es más sencillo), luego acceden a preparar el plato- tenía una contextura súper aguada y la salsa de tomate un poco ácida; el otro plato fuerte, una entraña a la parmesana: el corte de carne estaba muy delgado para su costo de $33, cubierto de muchísimo queso y recargado en empanizado (parecía una milanesa napolitana) y solo se sentía el sabor del queso. Relación costo/sabor/cantidad, muy bajo. Honestamente, no regresaría. Han bajado muchísimo la calidad en comparación al año pasado. Lo único que puedo recalcar fue la buena atención y disposición del mesero (era lo mínimo para ser los únicos clientes en el restaurante).

Nos atendió Rolando: excelente atención, super atento y recomendó varios platos que estaban deliciosos! De entrada, pedimos guacamole acompañado de totopos: estaba super fresco y unos elotes cubiertos de queso feta: súper jugosos y con muy buen sabor. De plato fuerte, degustamos los tacos gobernador (el mejor de todos!), tacos al pastor, fish tacos, carnitas (un poco muy seca la carne y se siente mucho el sabor de pico de gallo que opaca el resto) y tacos de chorizo (no se aprecia mucho el sabor, quizás estaba muy salado para nuestro gusto). El ambiente es fresco y acogedor. Excelente experiencia gastronómica.