El lugar es bonito y cuentan con un patio-terraza que debe ser agradable en las noches. Nosotros fuimos al mediodía, y a pesar de que cuentan con un área con aire acondicionado, mantienen las puertas abiertas, por lo que el aire caliente entra constantemente; creando un ambiente de cambio continuo entre fresco y calor. Además, se meten las moscas. No cuentan con aislamiento acústico; por lo que - a pesar de haber pocas personas - se sentía un ruido molesto y casi ensordecedor. Los platos no incluyen acompañamiento; lo cual aumenta significativamente el precio de un platillo completo. El precio promedio reflejado en esta plataforma está muy por debajo del real. Junto con el menú entregaron una carta de vinos; no obstante, ninguno de los vinos de la carta estaban disponibles, y ninguno de los vinos disponibles estaban en la carta. La mesera, a pesar de ser muy amable, desconocía por completo los vinos y el precio de cada uno. Los acompañamientos llegaron 7 minutos después del plato principal. El sabor de la comida estaba aceptable, pero no acorde con el precio. El servicio, aunque amable, muy descuidado. No estaban pendiente de nuestras necesidades; ni siquiera de algo tan básico como rellenar los vasos con agua. Se solicitó que el sobrante de los platos fuera empacado para llevar. Los mismos llegaron 15 minutos después de que se los llevaron; y solamente después de haber preguntado qué había ocurrido con ellos. El baño no tenía papel higiénico. La cuenta tardó más de 20 minutos en llegar después de solicitada. La misma fue hecha a mano.

Pedimos 1/4 de libra de carnitas y una orden de chicharrones. Venían 10 tortillas y suficiente cerdo deshilachado para los 10 tacos. Sin embargo, los contornos (pico de gallo, guacamole, cebolla picada y picantes) son muy limitados; apenas alcanzaban para 4 tacos. Tortillas totalmente insípidas. El cerdo tenía muy poca sazón; lo cual, en este caso, era positivo, porque la misma no era para nada agradable. Los chicharrones no estaban mal, pero costaban demasiado para la cantidad que traía la orden.

Deliciosa comida griega, buen servicio y espectacular ambiente nocturno; muy relajado y elegante-rústico. Me encantó de noche, pero pienso que de día no sería una experiencia tan buena. Cuentan con una cava acorde de vinos griegos, para complementar la comida y el ambiente. Algunas personas con algún tipo de discapacidad física podrían tener inconvenienten con el acceso a los baños, para los cuales hay que subir una escalera de varios peldaños. No es económico, pero para darse un gusto de vez en cuando, definitivamente lo vale.

El lugar tiene una agradable, pero sobria decoración. Música ambiental aceptable a volumen adecuado. Las sillas de la terraza son bastante incómodas. El servicio - aunque amable - lento, olvidadizo y desorientado. Si uno se sienta en la terraza, es aún peor. El menú es bastante limitado en términos de platos fuertes; es un lugar mayormente para tapear. La comida, mediocre; y siendo un Waldorf Astoria, es realmente grave. Lo único que estuvo bueno fue el pan.

15 minutos para venir a tomar el pedido, aun cuando no todas las mesas estaban ocupadas. Pregunté cuáles vinos tienen por copa, y el mesero me indicó que iría a averiguar; jamás regresó. Otro mesero trajo la comida 30 minutos después. Los cubiertos llegaron 6 minutos después de la comida; cuando ya estaba casi fría (sí; los cronometré). La sal, pimienta, aceite y vinagre para la ensalada llegaron 5 minutos después de los cubiertos. La calidad y sabor de la comida deja mucho que desear; especialmente por el precio. Jamás me imaginé que me pudiesen traer un Ribeye con grosor de menos de 1/4 pulgada. Para los que han ido antes, saben que siempre proporcionan una taza de caldo antes de traer la comida. No fue así en esta ocasión. Al preguntar, el mesero indicó que "se acabó"; sin ofrecer una disculpa o algo para compensar. En los baños no había con qué secarse las manos. Al igual que han comentado otros comensales (cuyos comentarios, al ser negativos, han sido filtrados), este no es ni sombra de los Hacienda Real de Guatemala y El Salvador. Honestamente, me sorprende que aún no les hayan quitado la franquicia. Como aspecto positivo, la música era buena (aunque el sonido no).

Platillos originales con muy buen sabor; aunque el corte de los rollos no es simétrico, haciendo que algunos bocados sean demasiado grandes. El servicio es amable, aunque un poco frío. Hermosa decoración y música agradable a buen volúmen; no obstante, el local tiene problemas de acústica, lo cual incomoda un poco sentir el rumor de todas las conversaciones de los comensales.

La calidad de las alitas - su especialidad - ha decaído significativamente desde su apertura. Cada vez son más pequeñas, se sientes resecas, y el sabor de pollo no se siente fresco. Las salsas siguen siendo buenas. El servicio es fatal. Pésima actitud por parte de la señora que atiende. A pesar de vernos esperando para hacer un pedido, siguió chateando en el celular por varios minutos. Al recibir la orden, noté que no habían incluido las zanahorias; las cuales forman parte de lo indicado en el menú. Al solicitarlas, me dijeron que no habían. Primero que todo, les indiqué que si pueden cumplir con lo ofrecido en el menú, deberían indicarlo en el momento que se hace el pedido; no después de entregarlo. Después les pregunté qué harían al respecto, dado que varias veces me han hecho lo mismo. La respuesta fue "no podemos hacer nada". Después de molestarme, y exigir hablar con el gerente, me dijeron que esperara. Entre dos y tres minutos después me entregaron las zanahorias. Ni siquiera quise preguntar por qué me dijeron inicialmente que no habían.

Menú sencillo para disfrutar los mejores tacos de pescado en Panamá junto a una cerveza fría. Atención agradable y esmerada. El lugar es pequeño y sencillo, pero cómodo. Mesas internas en un contenedor acondicionado. Las mesas externas están junto a la calles. Para tener mesas externas, sería preferible que consideraran colocarlas del otro lado del local.

Es una pena que un icónico restaurante con una edificación histórica en un área privilegiada tenga tan mala atención. Para los precios que tienen, el servicio es sumamente desatento y desinteresado. Aún no estando lleno, la espera para que trajeran el menú, tomaran la orden, y trajeran la comida y la cuenta, fue, para cada uno, excesiva. De los 2 platos que pedimos, las costillas de cordero estuvieron muy buenas; el filete, sin embargo, estaba apenas comible. Mientras estuvimos comiendo, jamás se acercaron para saber si necesitábamos algo, ni para llevar agua. Casi tuvimos que hacer señales de humo para que trajeran la cuenta. Ante tanta indiferencia por su parte, cuando finalmente trajeron la cuenta, al entregarle mi tarjeta de crédito al mesero, le indiqué que cobraran la cantidad indicada del consumo; que no agregaran la propina. No cuentan con terminal inalámbrica para hacer el cargo en la mesa; así que se llevó mi tarjeta. Inmediatamente me llegó el mensaje de texto al celular, del cargo realizado a mi tarjeta, veo que me cobraron de más. Al preguntar al respecto, me dijeron que habían agregado la propina. Al ya molestarme, y decirles que yo especifiqué que no la incluyeran por el mal servicio recibido, me dijeron "no hay problema; haremos la reversión del cargo, y cobraremos el monto real"; sin ni siquiera una disculpa ni el más mínimo arrepentimiento.

Muy buen servicio. Excelente ambiente: temperatura ideal, buena música al volumen perfecto. Espectacular decoración. Desafortunadamente, la comida no destaca; y la selección de vinos, mucho menos. No puedo opinar sobre los tragos, porque solamente degustamos vinos. El ambiente y el servicio invitan a volver; no así la comida y los vinos. Probamos 3 entradas: gyosas con huevos de codorniz (no recomendables), conos de ropa vieja (aceptables con un poco de picante), y elote con queso y Tajín (lo mejorcito). ¿Volvería? Tal vez si sale alguna oferta les daría otra oportunidad.