El local tiene un letrero que no es muy visible. Tardamos en encontrarlo. La entrada oscura, pensamos estaba cerrado; un timbre anuncia tu llegada, pero no lo escucharon. El ambiente es austero y modesto. La atención muy buena. Los platos son excéntricos, pero espectaculares; son recetas inventadas por el chef, que no encontrarás en un libro de cocina. Por ejemplo, guacho de pulpo pero el arroz está crujiente, crocante y la salsa tiene un toque asiático. Queso feta a la parrilla, pero ahumado previamente. Tostadas francesas con una crema arriba. Sabores, mezclas fuera de lo normal, inesperadas, sorprendentes, pero de mucha calidad. Este chef es un maestro. Me quito el sombrero.