Inigualable Maito, con sus amplias terrazas donde encontré a medio Panama. Pedimos un vino espumoso, Blanc de Blanc, que estuvo más o menos, menos que más. Mi colega pidió un whisky sour, parece que estuvo bueno pues lo repitió. Se mandó un tremendo aguacero y, según la persona que estuvo conmigo, llovió a raudales. Esa noche, en Maito, me encontré con muchos conocidos. Ell mesero dice "damas", extraño oirlo pues siempre andan con lo de "joven" aunque ya no seamos tan jóvenes. En este restaurante tienen el horno para hacer "porcatta" y en ella me dumergí con placer y gula.
1 Me gusta