Lo único malo de este restaurante es que hay que estacionar el auto en algún sitio del Casco Viejo y llegar caminando. Pero, cuando pruebas el primer bocado, se te olvida el difícil acceso. La comida es espectacular! El Concolón, el Carpaccio, el Pollo, el Pescado frito...todo es delicioso. De postre, no dejes de probar el Raspao. El servicio es atento y jovial. Altamente recomendado.