Buenos carpaccios de res y de salmón cubiertos con un queso del diablo imposible aceptar como parmesano. Por esos precios hay que dar buenas materias primas (la carne y el pescado lo eran), y no estropearla ahorrando unos centavos en el aderezo. Decepcionante.

La cocina es excelente, con una carta variada, bien escogida. Materias primas de primera calidad y bonitas presentaciones sobre los platos. La carta de ensaladas es amplia y variada, con buenas propuestas para compartir. Recomiendo, además, el carpaccio de res: ¡buenísimo! (y asombrosamente barato para lo cara que ea toda la carta. Muy recomendables también las pizzas, las carnes y los pescados (primerísima calidad, bien cocinados… y carísimos). La carta de vino es breve pero suficiente, escogida con gran inteligencia, aunque los meseros son incapaces de entender las peticiones de los clientes en materia de blancos y de tintos (mucho menos, recomendar nada). Ése es el gran talón de Aquiles de Stéfano’s: bajo uniformes elegantes, limpios y bien planchados, nula formación profesional, desgana y tristeza en las miradas.

Bonita decoración, alegre y nada pretenciosa. Las meseras sonríen constantemente. Perfecto para compartir informalmente platos mexicanos de la mejor calidad, con buenas materias primas y tamaño generoso. Se puede estacionar en la misma puerta y tu perro es bienvenido. Nada más llegar le ofrecerán un recipiente con agua fresca. ¡Ideal!

Cena para dos: parrillada de res, pollo, chuleta ahumada y chorizo. La acompañamos con camote, yuca, verduras y puré. La res, exquisita. Si vuelvo será lo que pida la próxima vez. También los acompañamientos (bien fritos, nada aceitosos). el muslo de pollo estaba completamente seco. Mi acompañante tomó cóctel fantástico. Terminamos con un flan al ron que no me pareció nada de otro mundo. La decoración de la mesa, inaceptable: una estrecha banda de tejido sirvió a mi comensal como brevísimo mantel. Yo comí directamente sobre la madera. ¡Hay que poner manteles! ¡Y servilletas de tela!

Excelente materia prima y excelente preparación. El servicio es muy amable (todo sonrisas) y tienen una breve carta de vinos que en mi caso no defraudó: un blanco español de la última cosecha magníficamente conservado.

una tabla de carne para compartir entre dos, una botella de vino blanco y dos botellitas de agua, sin postre: 100 dólares. Directamente sobre la mesa, sin mantel y con servilletas de papel.

Carne excelente (de las mejores que he probado en Panamá), estupendamente tratada en la cocina. Servicio muy correcto, bonita decoración y buen ambiente. Repetiré.