Este lugar tiene todo lo que me gusta: bonito, con un ambiente sencillo pero muy acogedor. Perfecto para sentarse un rato a desconectar o ponerse al día con alguien. La atención fue súper buena, los chicos son súper amables y tienen esa onda chill que te hace sentir bienvenido desde que entras. El menú no es enorme, pero está muy bien pensado: tiene variedad sin volverse loco. Tienen varias opciones ricas tanto de comida como de bebidas, y algo que me encantó es que hay buena variedad entre café y matcha, con varias bebidas de especialidad para los que nos gusta probar cositas distintas. Yo me fui por un cold brew (que estaba muy bien logrado, por cierto) y un sándwich de queso que fue simple pero con flow, de esos que reconfortan. Y un súper plus: es pet friendly adentro 🐾 Así que para mí eso ya es motivo suficiente para volver. Sin duda me paso de nuevo por otro cafecito pronto.
