Una vez más fuimos a La Vinoteca porque teníamos ganas de comer rico. Esta vez decidimos compartir un aguacate relleno de langostinos, un osobuco de cerdo y una pasta cacio e pepe. Cuando vi llegar el osobuco, su presentación y tamaño me hicieron sentir que estaba en medio de un episodio de Los Picapiedra. Grande no solo en tamaño, sino en sabor. En el caso del cacio e pepe, tenía mucho recelo en pedirlo porque cada vez que he intentado probarlo en otros lugares, he salido frustrado. Para mi sorpresa, la preparación de este plato está completamente dominada en La Vinoteca. Simplemente delicioso!! Como siempre, ir a ese lugar no solo se trata de comer muy bien, sino disfrutar la experiencia de su servicio. Rafa, su propietario, está pendiente de las mesas y no pierde la oportunidad de acercarse a saludar y asegurarse que todo esté perfecto. Y si nota, por ejemplo, que tu copa de vino está vacía, no vacila en tomar la botella y servirte. Y qué decir se su hija Adriana. Tuvimos una vez más la suerte de que nos acompañara en nuestra mesa y nos compartiera sus recomendaciones con su característica amabilidad y simpatía. Eso sí, no podíamos irnos sin cerrar con broche de oro, así que tuvimos que pedir el tiramisú para dar por clausurada la velada. Espero volver muy pronto. Mi esposa y yo disfrutamos mucho cuando vamos a lugares como éste en los cuales podemos vivir experiencias memorables que nos regalan felicidad.
