De veras que por el aspecto externo de este lugarcito que se ve tan pequeñito aunque lindo jamás te imaginarías lo rico de su comida y bebidas. Está vez probamos desayuno: Waffle con huevos revueltos y jamón de pavo. Mucho más rico que lo esperado. Mi amiga pidió un derretido en pan de masa madre y me comentó que excedía sus espectativas. Su matcha y mi té negro también especiales. Sus platos demuestran un especial interés no solo por divertir nuestras papilas sino nuestra vista también. Es cierto, el espacio reducido le resta una estrella porque aunque acogedor, el tomar una mesita pegada a la pared y yo ser zurda se me hacía un poco incómodo el comer. Su aire europeo lleno de plantitas colgantes brinda ese ambiente apacible que uno busca al degustar. Súper buen servicio. El joven encargado siempre atento por explicarnos y responder a nuestras peticiones. No hay duda, volveré.
