Tenía mucho tiempo de no venir a Stizzoli. El sábado se presentó la oportunidad, y mi novia y yo fuimos a cenar algo. Ordené un café latte y una focaccia sencilla; mi novia ordenó una lasagna de carne. La lasagna fue el mejor plato: bien concebido, con un sabor delicioso de la carne y la pasta, coronado con un poco de queso parmesano. El café estuvo bastante bien, y en mi paladar sentí unas pequeñas dosis de chocolate, que lo hizo sorpresivamente agradable. La focaccia estuvo algo seca cuando llegó a nuestra mesa (solamente se sentía la albahaca, no había rastro de aceite de oliva) y algo fría (quizás se cocinó de inmediato, pero como pedimos que la trajeran junto con la lasagna, la dejaron reposando un tiempo excesivo). El servicio estuvo bastante bueno, con múltiples meseros atendiendo nuestra mesa pero todos con excelente disposición y pendientes de refill de agua y demás detalles. El ambiente es algo elegante, pero casual, permitiendo una cena tranquila con pocos comensales, o una comida con varias personas. Buena comida en líneas generales. Recomendable.
