Cascomar

La atención fue lo mejor, me recordó lo importante que es. Una terraza divina con muy buen ambiente para picar tapas españolas acompañando de unas pintas que te traslada a cualquier tasca en España. Muy bien precio-valor. Excelente opción para empezar una noche en el casco.

Muy buena experiencia. La atención espectacular, si obviamos lo del pan. La Terraza estuvo súper hasta cuando empezaron a fumar en las mesas de al lado, muy desagradable. Adentro el olor a los Lirios demasiado fuerte, creo los aromas en cualquier local deben ser neutros. Pedimos las croquetas de jamón ibérico, nada que ver. Ceviche frito, simplón. Pulpo a la gallega, simplón. Chorizo a la sidra, bueno. Patatas Brava, muy buenas. Cesar de pan gallego, bueno. Aquí hago una observación: pensamos que era cortesía, siempre embargo lo cobraron. NO LO PEDIMOS. De postre la Panacota de Maracuyá, regular, y la Torrija con helado de Vainilla, muy buena. De beber empezamos con una botella de Castelo de Medina, verdejo bueno, buena recomendación y diferentes gin que me parecieron muy caros.

He comentado antes aquí, siempre en positivo. Anoche llevé a unos invitados extranjeros que amaron el lugar. La atención buenísima aunque a veces se nos perdían porque estaban bien llenos. Las tapas, deliciosas (croquetas, tostaditas con tomate, carpaccio de res, pimientos de piquillo) y los postres espectaculares (torrija y panacota de maracuyá). Sin duda, lo seguiré repitiendo siempre que pueda.

Luego de pasar toda la tarde en el Casco Viejo, no pudimos resistirnos a volver a Cascomar para unas tapas. Logramos mesa en la terraza, junto al mar. Brisa de verano deliciosa. Las tapas q probamos en esta ocasión no fueron tan deliciosas como otras q hemos probado antes pero nunca se sale decepcionado de ahí. Probé el carpaccio de pulpo, q para mi gusto, estaba un poco plain. Mi esposo pidió unos huevos rotos que le encantaron aunque para mí, no es mi tipo de platillo al anochecer (me sabe a desayuno). Pero definitivamente volveremos. Nos encanta el lugar, su comida y su ambiente.

Es un restaurante pequeño, sin grandes pretensiones. Sin embargo, su ubicación es perfecta, en la parte de atrás del Casco Viejo, en una calle de poca circulación, junto al mar. El área cerrada es pequeñita y sencilla. La terraza, una delicia, sobre todo al atardecer. La brisa marina, la música de fondo, la iluminación romántica y festiva a la vez. Excelente para ir en pareja o con un grupo de amigos. Sumamente agradable. La comida, exquisita. Las tapas, abundantes y deliciosas; el pan gallego, perfecto. La comida, preparada con precisión, para agradar a los paladares exigentes. En dos visitas que hice recientemente probé: chorizos a la sidra, gambas al ajillo, chips de berenjena, solomillo con champiñones, atún y paella señoret. Todo, muy, muy bueno. El servicio es bueno. Cuando están muy lleno, se despistan un poquito pero en general, muy bien.