Tenía mucho, pero mucho tiempo sin visitar este clásico de los restaurantes capitalinos, fue como recordar mi años mozos. El Ambiente estaba cambiado a cómo lo recordaba, pero sigue manteniendo su aire familiar. El servicio fue bueno, aunque no habían muchos comensales. Pedi unas Almejas al Ajillo las cuales estaban estupendas, hasta el punto de empapar el pan en su salsa y disfrutarlo. Y una sopa de Lentejas la que encontré más deliciosa que nunca. y por supuesto como todo persona grande que quiere recordar su niñez: los Churros rellenos para llevar a casa. recuerdos y nostalgia de años atrás.
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