Tenía tiempo que quería conocer este lugar al llegar me pareció todo como muy agitado y aglomerado sin respetar el espacio mínimo para al menos caminar entre mesas la atención en la puerta perfecta más la de los saloneros no fue del todo agradable me pareció un poco ruda y desganada hasta que llegó el señor Smello quien cambió toda la experiencia al ser brasileño nos recomendó varios cortes con pasión y cariño, la experiencia estuvo bastante buena pero fue gracias a él. La comida bastante buena seguro vuelvo pero en horario más tranquilo.