El mobiliario es cómodo y agradable. El servicio se pasa de informal. Es clara la falta de entrenamiento a los empleados en detalles como el lenguaje, la oportunidad (cuando tienen algo que informar no esperan que cualquier conversación entre los clientes se detenga sino que simplemente interrumpen para decir lo suyo) y la comunicación entre ellos fluye, a veces en voz alta, sin preocuparse de los clientes. Los empleados son amistosos, pero sus maneras son muy informales. Parecería que falta instrucción y dirección de un supervisor capacitado. Por momentos daba la impresión de que ellos eran los dueños del restaurante. Mis compañeros de mesa se expresaron de manera mixta sobre los platos. En mi caso particular, un plato como calamares rellenos con mariscos sobre fettuccini con crema, tan proclive a brindar sabores especiales, estaba totalmente insípido. El pan de servicio podría ser algo más especial. La música en vivo es normalmente agradable, pero sugeriría dejarla solo instrumental. La lírica del cantante, por suave y delicada que sea, interfiere con la conversación de los clientes. Bajaría un 20% la intensidad de la iluminación. El clima con el aire acondicionado estuvo muy bien. En resumen, son problemas solucionables pero requieren atención de un experto capacitado.