Fuimos cinco amigos a probar este restaurante, dos de ellos habían estado anteriormente y estaba muy recomendado. Conocía la residencia donde está pues yo era muy amiga de su dueño, un arquitecto de un gusto exquisito. La han adaptado muy bien, manteniendo los cánones estéticos que hubiera indicado el dueño.. Las entradas que nos recomendó Ezequiel, el amabilísimo mesero estuvieron acertadas y muy sabrosas. Una era un pulpo en vinagreta, otra un yogurt, otra una especie de humus con un toque de picante y la cuarta también estuvo bien. El pan griego excelente. Tres de mis contertulios se decantaron por la moussakka, que es una especie de lasagna griega, otra por unas torrejas de bacalao y yo pedí los pinchos de cordero y carne. Todos quedamos muy satisfechos de la comida, y también de los dos postres que compartimos, un baklava que venía con pistacho, muy bueno y menos dulce que lo acostumbrado y otro que nos recomendó Ezequiel, que nos encantó pero no recuerdo el nombre. Fuimos el 1 de mayo y menos mal que hicimos reservación pues estaba lleno el restaurante. El vino por copa que tomamos, griego, estuvo apropiado. En general una grata experiencia. Tienen un baño abajo para discapacitados o para quien no quiera subir las escaleras, pero no olía muy bien aunque estaba limpio. El de arriba sí estaba muy bien puesto. Excelente restaurante con excelente ambiente y excelente atención. Se nos acercó uno de los dueños y nos explicó algunos detalles de la comida griega. Eso fue un detalle de muy buen gusto.
