Un pequeño restaurante a un costado del nuevo car wash en la calle Anastacio Ruiz (la que sale a la calle 53, en la cual está Felipe Motta). Es un ambiente al aire libre muy informal, práctico para los que trabajan en el área. Los precios son accesibles pero la calidad me pareció regular. Lo veo como algo que saca de apuros pero no para deleitarse el paladar. Un atractivo es que se puede dejar lavando el carro mientras se come; la vía de acceso es con piedras en vez de cemento por lo que para las mujeres con tacones puede ser un poco complicada la entrada.