Un lugar de lo más interesante que hay en Panamá. Si no te fijas bien, te pasas del lugar en el carro y ni cuenta te das. Fuimos mi novia y yo a cenar un domingo. Aquí sólo sirven comida kosher (según nos dijo el mesero) por lo que no se verán en el menú pizzas de pepperoni, salami, jamón, pollo, etc. Cortesía de la casa recibimos unas tostaditas de pan con hierbas y aceite de oliva que estaban deliciosos. De entrada un panecillo Muenster muy rico y de plato fuerte una pizza anchoveta que tenía tomate, albahaca, anchoas y aceite de oliva. Exquisita!! Destaco que los platos sean todos hechos en horno de leña. Excelente toque! La relación precio/calidad/cantidad es buena para compartir (no tan buena para 1 sola persona). De la atención no hay ninguna queja: resalto el hecho de que el mesero haya sido claro en decir que sirven alimentos kosher y de explicar al cliente sobre el tipo de comida que se sirve. También destaco el tiempo del servicio, la comida no demoró absolutamente nada en ser servida y llegó caliente a la mesa, permitiendo degustar de una mejor forma los platillos servidos. El ambiente del lugar es chévere, ya que comes una pizza en un lugar tipo casa, sintiendo ese ambiente hogareño y acogedor que debe acompañar el momento de comer una buena pizza. También suma puntos la terraza que tienen, la cual no pudo ser vista en su totalidad en esta ocasión debido a la lluvia, pero sin duda que es una zona del local que promete mucho. Sin embargo, la nota negativa quizás se la lleve también el ambiente: los baños son algo incómodos (por lo menos el de varones) y no es un restaurante habilitado para personas con discapacidad (hay escalones dentro, sin rampas, haciendo difícil que sea accesible para discapacitados). Además, la falta de estacionamiento en la zona complica mucho el hecho de querer ir y sentarse en este lugar. En líneas generales, un buen lugar y diferente pizzería. Recomendable para una pizza no tradicional.