Encontré este paraiso en diciembre de 2017 siguiendo las recomendaciones que indicaban aquí en Degusta, y fue tal cual. El mejor lugar para disfrutar con tu pareja, con ese ambiente abierto, casi al aire libre pero privado al mismo tiempo. Las luces todas amarillas de esas como las que se cruzan entre balcones en el casco viejo, el sonido del agua que cae de una fuente que està escondida, sus mesas de madera entre pequeñas palmeras, sombrillas y plantas, que mueve una sabrosa brisa, esperando con una botella de vino sobre ellas. Del resto se encarga Franco, su dueño con la mejor atención y servicio que un paisaje así se merece y su esposa a quien hay que hacer la reverencia por la clase de platos que salen de esa cocina. Desde las brusquetas, el pulpo al ajillo de entrada mas suave que puedas probar y que recomiendo a ganador. De plato fuerte, 22 opciones para escoger escritas a tiza en un enorme tablero de fondo negro que te monta sobre una silla y que termina de rematar la fotografía que te describo, y en donde te comparten como dato las pastas que son hechas por ellos mismos. Además de ello, una o dos recomendaciones del día que te salen de sorpresa en tableros mas pequeños. Yo pedí gnocchi al gorgonzola en una visita. Que vaina mas rica!!. No tienen idea de lo que se están perdiendo. En otra ocasión un Rib Eye al vino tinto termino tres cuartos que por casi me gana por lo generoso de la porción, pero un manjar de ese tipo no se deja. A los que pueden comer langosta les puedo decir que los que he visto probarlas acompañadas de pasta de la nada se quedan mudos y nada mas repiten: mmmmmmmm, mmmmmm. Generalmente tiene 3 opciones de vinos por botella: de españa, italia y francia mas el vino de la casa. Y si crees que ahí acaba todo, pues el tiramisu y el cheese cake es la recomendación. Y si eres amante de los digestivos tienen uno llamado Fernet-Branca muy muy bueno, sin que falte el Cuantreau o el Sambuca. Una y mil veces vale la pena el viaje.