Una ubicación interesante en el Casco Antiguo siempre en expansión. Una mezcla casual de decoración vieja, moderna y reciclada. El servicio era atento hasta que se convirtió ocupado. La comida estaba excelentemente preparado y presentado con la excepción de la salsa color aguamarina con un plato. El tartar de salmón era delicioso, aunque era $ 10 en el menú y $ 13 en la cuenta. El montadito de vegetales era pequeño, dos bruschetta llena de verduras, aceitunas y queso de cabra. Delicioso, pero difícil para comer sin las coberturas cayendo. Toda la comida era excelente, pero lo mejor era el atún al musgo. Perfectamente preparado con una corteza gremolata. Moderadamente caro para el tamaño de la porción, pero de gran calidad. Los cócteles eran buenos e interesante, tendiendo a ser más dulce.

Los calamares fritos eran buenos excepto por el sabor de aceite viejo. La sopa de marisco sabía muy bien, pero las almejas eran duro y el cangrejo era imitación. Pedí los medallones de carne de res en salsa de mostaza y la salsa estaba hecha con mostaza amarilla. Mostaza Dijon no es tan caro. También pedimos medio raro y era muy raro. La ensalada estaba bien excepto por la gran cantidad de cebollas en rodajas. El servicio era muy bueno y la comida estaba bien presentada.

Muy buena comida, servicio y ambiente. Los pisco sours son buenos pero hechos en una licuadora con mucha espuma. Tradicional se sacude.