El lugar es hermoso, me encanta la decoración y ambiente. El problema es la atención. Llegamos, solo habían 2 mesas ocupadas, pero tuvimos que esperar bastante para que alguien fuera a la mesa. Luego la señora que nos atendió demoró como 30 minutos más para tomarnos el pedido. Y cuando fue solo nos dijo: "casi me olvido de ustedes" (riéndose). La comida demoró bastante tiempo más en llegar y nunca nos llevaron las bebidas que solicitamos. En ningún momento nos prestó una buena atención, no se pasaba para preguntar si queríamos algo más y nunca me había sentido tan invisible en un restaurante. Nos tuvimos que levantar de la mesa para ir a solicitar y pagar la cuenta y, para colmo, nos entrega una cuenta donde estaban anotadas las bebidas que nunca nos llevó. Cuando le dijimos, solo se echó a reir y las quitó. En verdad fue una experiencia bien mala y no creo que regrese. Con los precios que mantienen en el menú, creo que no deberían darse el lujo de tener tan mala atención.

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