Regresé luego de la remodelación del jardín, el concepto del café cambió a un sitio de vinos, iba ilusionada a comprar la francesa borracha , pero nos informaron que ya no estaba en el menú, que también ahora se pedía, se pagaba y luego se iba a la terraza donde te llevan las cosas. De verdad nos confundió un poco. Pedimos una pizza serrana, un queso azul con frutos rojos y nueces, un capuchino (que estaba frío) y una botella de beringer. El ambiente está chévere, pero creo que me quedo con el concepto anterior. César nos atendió como princesas, pero siento que perdió un poco de la magia
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