El local es pequeño, de dos altos, con las pocas mesas en el mezzanine. No es una opción para personas con discapacidad. La decoración es interesante y la iluminación es adecuada; pero la temperarura es muy baja y las ventanillas apuntan hacia los comenzales. La comida es bastante buena; pero muy baja en sal. La sopa de lentejas con chorizo fue la mayor decepción: No es sopa, solo lentejas que les falta cocción y con exceso de agua y el chorizo nunca llegó. Por $6, la orden de 2 hojaldritas no vale la pena. La comida demora demasiado y no tienen meseros para atender las necesidades, solo para llevar la comida, y de hecho, uno de los pedidos llegó equivicado. Los vasos de plástico y los cubiertos desechables no van de la mano con la experiencia que dicen ofrecer, mucho menos la jarra de plástico igual a las de las fondas y qué decir del agua para la cual tampoco te dan hielo. Definitivamente, no regresaré.