Nuestra experiencia con Madre no comenzó muy bien, honestamente; principalmente por quien nos atendía, ya que era invasivo, apresurado y nada servicial. Ni agua nos trajo u ofreció aún después de apresurarnos con nuestro pedido. El trato fue tan incómodo que pedimos nos cambiaran quién nos atendía y una vez Michel comenzó a atendernos la experiencia fue increíblemente distinta, y muchísimo más agradable. Él nos guió bien sobre los tragos y platos, y siempre mostró una súper disposición. De comer pedimos una pizza de pepperoni, unos spaghetti amatriciana y un rissotto de hongos; todo estuvo muy delicioso y apetitoso. Además pedimos un par de tragos y al final nos trajeron un poquito de limoncello para cerrar la velada. En general, recomendaría el lugar, esperando que la otra persona tal vez reciba un mayor entrenamiento para que la experiencia sea agradable desde el principio.