De todos los restaurantes /bares, japoneses en la ciudad que he podido visitar este es el más autóctono. Sin ser un lugar pretensioso ni tratando de emular las tendencias actuales de lujos (ambiente) usualmente asociados con la idea asociada a la comida japonesa, este restaurante te transporta a un rincón de Japón. Es un bar pequeño pero muy ameno y agradable con detalles en cada rincón; aunado a ello, la comida se sale de la típica carta esperada en lugares de este tipo, traen una experiencia de bar muy variada, rica y sencilla. Es impresionante como comida aparentemente tan simple es a la vez tan rica, tenía rato sin encontrar un sitio con un balance creativo en ambos aspectos, comida y ambiente. El servicio es un poco lento pero es comprensible porque el lugar se satura debido a su tamaño, recomiendo reservar con tiempo ya que un sitio como este se llena rápido por ese medio (reservaciones). Si van en pareja, la barra es muy agradable para estar. Mi plato favorito es el okonomiyaki, muy bueno. Y de los licores es bueno ir por los tragos con sake, tienen un buen balance entre sabor y licor, los mezclan muy bien.

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