Como su nombre lo dice, es un espacio íntimo para compartir una velada especial. Pocas mesas en el salón te brindan un sitio acogedor y una terraza rodeada de un jardin logra que por instantes olvides que te encuentras en la ciudad. La atención muy buena y lo mejor de la experiencia es la comida. Un menú super panameño llevado a un nivel gourmet sin perder la esencia de los sabores. Si son amantes del cerdo deben pedir las ribs y lo que todos deben probar es el pollo frito con un toque de miel, de seguro volverán.
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