Tenía más de 3 años sin ir ya que me queda bastante lejos. Siempre queriendo regresar y por fin se dió la oportunidad. Me encantó lo que pedimos unos camarones apanados y el pollo frito al estilo coreano ambos acompañados de papas fritas y ensalada. Sin lugar a dudas no me decepcionó, sigue siendo igual de rico que hace tiempo, solo que las porciones si las han disminuido así que digamos que quedé satisfecha. Nada de llenura. Un punto que debo recalcar es que siento que el lugar donde está ubicado se siente medio solitario en la noche por lo que no lo siento seguro. Ojalá tuvieran un guardia de seguridad para uno sentarse a comer más relajado. En cuanto a las bebidas, este lugar me encanta por eso. Pedí una de fresa con jengibre y mi pareja pidió una de piña con canela. De verdad que no sé cuál de las dos es mejor. El personal es muy atento, lo único que siento es que si demoró un poco en estar listo el pedido.

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