El lugar es pequeño pero acogedor con un buen ambiente. Inmediatamente llegas te transportas a un ambiente oriental. Lástima por mi apetito no le tome fotos a la comida pero todo estaba delicioso desde las gyosas al yakitori y pollo karaage. La verdad no había tenido oportunidad de ir pero gracias a la sugerencia de una amistad y a que abrieron los restaurantes aproveche para ir y cuentan con todas las medidas de bioseguridad sin disminuir la calidad de la comida.