No hay nada que no me guste de Marula. Desde su decoración rica en tonalidades que despiertan los sentidos invitando a degustar, la excelente atención que nos brindan siempre y su diversidad de platos, cada uno obras de arte muy elaborados exquisitos al paladar. No es barato pero vale cada centavo. Una experiencia única y muy placentera.
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