Estaba lleno, pero conseguimos asiento en la barra. Había un grupo tocando música en vivo, a un volumen bastante alto. Nos atendieron con las bebidas con relativa rapidez pero la comida fue otra historia. Hicimos el pedido y al ver que no llegaba lo volvimos a hacer. La comida demoró más de 30 minutos. Luego pedimos pretzels y strudel y esperamos otros 30 minutos. Pedimos la cuenta y esa tardo 16 minutos luego de amenazar a los meseros que nos iríamos si demoraban un minuto mas. La comida estaba simple, nada especial, y el servicio deja mucho que desear.