El ambiente de este lugar me encanta. La atención es buena y en particular la presencia del Chef y su interacción con los comensales es siempre un factor enriquecedor. La comida es extraordinaria, hecha con esmero, detalle y amor. En esta oportunidad probamos pan catalán y pulpo a la parrilla con papas a la brava; ambas entradas muy ricas. De plato fuerte paella de tres carnes, arroz con costra de garbanzos y costilla ahumada, y entraña con un cous cous de vegetales, que para mi sorpresa fue devorado por mi hija. Todo muy rico. El arroz, en particular, me supo a casa; cálido, completo y muy "hearty". Volveremos!