A través de los años ha mantenido un buen servicio y gran calidad en sus comidas. Lo mejor, su ubicación y la decoración. Justo para coronar un paseo por el hermoso Valle de Antón. Una prueba de que en el interior se puede ofrecer un buen producto. Tengo que confesar que a pesar de lo incómodo que estuve porque el chef olvidó no agregar el queso mozzarella a mi plato, recibir sus disculpas fue un gesto que hizo la diferencia. El queso estaba bajo la pasta y los tomates rostizados y no se veía. Pude evitarlos. Este es importante para nosotros los veganos, pues no dejamos de comer derivados de origen animal porque no podemos, sino porque escogemos no hacerlo. Fuera de ese pequeño gran detalle para mi, la experiencia en general para todo el grupo fue maravillosa y por eso no puedo juzgar mal a un sitio.

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