Mi hermana, mi hijo y yo fuimos al restaurante en el Dorado y a diferencia de otras ocasiones la experiencia fue fatal. Acababan de abrir a mediodia y los meseres tenian caras de aburridos, cansados y sin ganas de trabajar. Efectivamente nos toco un joven que ni siquiera sonrió, tuvimos que pedirle hasta el agua y cada vez que lo llamabamos nos miraba con cara de...ahora que??? No se que pasaba porque íbamos con frecuencia y jamas tuvimos una experiencia tan mala como esta. Era domingo y el lugar estaba vació y aun así no nos atendieron bien. Notamos que el personal se reúne al lado de la barra, echan cuentos y se ríen entre ellos pero tan pronto los llama algún cliente, se ponen una mascara de indiferencia y de desidia que no se las quita nadie. La comida regular, nada del otro mundo, tampoco fue la misma de siempre. En fin, llamamos a la gerente de turno que afortunadamente se mostró muy cordial y empatica con nosotros. No creo que volvamos en el futuro cercano, totalmente decepcionada.

Fui por primera vez y la comida me pareció muy buena: pedimos la Pizza Stizzoli y la lasagna al ragú. El café es bueno y el tiramisú riquísimo pero con la nutella me pareció extremadamente dulce. El lugar es pequeño pero algo ruidoso por la música un poco alta y el eco que se produce. No había mucha gente por lo que el servicio pudo haber sido mejor, yo tuve que pedir agua y luego levantarme a pedir servilletas. Al pedir la cuenta no me percaté que no honraron el descuento de jubilada de mi mamá, quizás porque tenía que haberlo pedido y se me pasó hacerlo aunque es ley. En general nos gustó y regresaremos pero la experiencia puede mejorar.